lunes, 2 de diciembre de 2013

De cara a la PAU: Frescos románicos de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia).

Aunque no es nuestro estilo, por esta vez y debido a la prisa que el ajustadísimo tiempo nos impone, copiamos de forma resumida parte de la especializada página "Arteguías", en concreto, la información específica sobre los frescos románicos que inicialmente se encontraban en la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo en nuestra provincia (Segovia), y que hoy se encuentran en el Museo del Prado y que podremos admirar allí cuando efectuemos la excursión al Museo. Sobre todo, no olvidemos que también pueden caer en la PAU aunque apenas encontremos información suficiente en la mayoría de los libros de Historia del Arte.

Nos fijaremos especialmente en el hieratismo -influencia bizantina- del Pantocrátor (característica común a otros como el de San Clemente deTahull) frente al naturalismo de otras escenas narrativas como el Pecado de Adán y Eva (más en común con las pinturas también narrativas de los meses del año de San Isidoro de León). En todo caso, los temas son religiosos y la función esencialmente didáctica como en la mayoría de las pinturas y esculturas románicas.


Como ya hemos citado, en la Vera Cruz se encontraba uno de los conjuntos pictóricos románicos más importantes de toda España. La mayor parte de las bóvedas y los muros de la cabecera estaban cubiertos.


Cabecera de la iglesia

Aunque los frescos originales ya no se encuentran aquí, recientemente se han llevado a cabo unas magníficas réplicas en los pies del templo, para conservar la impronta de las primitivas del ábside. A continuación, vamos a describirlas como si fueran las originales, paso a paso.

En el ábside se aprecia la impronta de las pinturas originales


Muro del ábside

En la parte superior semicircular se pintó una gran cruz en cuyo centro aparece un Agnus Dei (Cordero de Dios) rodeado por dos circunferencias concéntricas. A ambos lados, tenemos sendos ángeles realizando un escorzo para poder sujetar la citada figura del Cordero.
En los extremos aparecen las siluetas de dos personajes realizando una genuflexión y mirando al Agnus Dei. Se trataría de Abel y Melquisedec.
En el derrame interior del pequeño ventanal central está pintada una paloma, que simboliza al Espíritu Santo. Es clara la intención del pintor de asociar a la tercera persona de la Trinidad con la luz que entra por el vano.
En el friso inferior tenemos dos escenas cristológicas. A la derecha del espectador se encuentra la Virgen María, cuyo cuerpo y el Niño Jesús se han perdido completamente, aunque se ha conservado su amable rostro. María esta sentada frontalmente como Sedes Sapientiae y recibe a uno de los Magos que se arrodilla mientras entrega su ofrenda.
A la izquierda vemos a María Magdalena enjugando los pies de Cristo con su cabello.


María Magdalena enjugando los pies de Cristo con su cabello


Bóveda de medio cañón de la cabecera

La Ermita de la Vera Cruz no tiene ábside semicircular ni, por lo tanto, bóveda de cuarto de esfera, que es el lugar elegido habitual para ubicar al Maiestas Domini. Por esta causa, el pintor del siglo XII que se ocupó del programa pictórico ubicó la figura monumental de Cristo en Majestad en la bóveda de medio cañón del ábside. En nuestro caso, la silueta de Jesús bendicente ocupa casi completamente la superficie de la citada bóveda, estando inscrito -como es preceptivo- en una mandorla mística y rodeado por el correspondiente Tetramorfos.

Pintura románica mural que representa a Cristo en Majestad. Vera Cruz de Maderuelo, Segovia
Pantocrátor.

Muro de cierre de la cabecera

En este muro vertical aparecen las pinturas más emblemáticas y conocidas de la Vera Cruz: la creación de Adán y el pecado original. En la primera escena, tanto Dios como el propio Adán aparecen en una postura casi de genuflexión, posiblemente para amoldarse al poco espacio disponible. Ambos parecen flotar en el espacio, no sólo por la carencia habitual de perspectiva de la pintura románica, sino por la ausencia de referencias espaciales del suelo o de otros objetos cercanos.

Muro del ábside con el Agnus Dei


Uno de los aspectos más apreciables de esta pintura es la desnudez completa (salvo los genitales) en que se halla el primer hombre. El pintor, lejos de intentar una fisonomía naturalista, resuelve el cuerpo desnudo de Adán con líneas negras y rojas de contorno que parecen "despiezar" su cuerpo en partes convencionales: pies, piernas, glúteos, brazos, antebrazos, abdomen, etc.


Pinturas de la iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo: Pecado Original
                                   Adán y Eva

Inmediatamente a la derecha se nos muestra el pecado original. Adán y Eva se encuentran flanqueando el árbol prohibido en el que se enreda la serpiente que lo ofrece su fruto a Eva. Adán, según el convencionalismo iconográfico medieval, se agarra su garganta con la mano derecha para denotar la maldad del bocado que acaba de ingerir. Ambos aparecen tapando sus sexos con grandes hojas de parra, puesto que, como dice el Génesis, al cometer el pecado caen en la cuenta de su desnudez y sienten vergüenza por ella.
Como es apreciable, el carácter sintético del románico permite narrar en una sola imagen episodios que se desarrollan en momentos sucesivos sin que ello afecte a la expresividad y carácter narrativo y didáctico que se pretende.
Por último, añadiremos que junto a las dos figuras de Adán se halla el texto "ATM" que algunos interpretan con el acróstico "Adam Traxit Morte" (Adán arrastró a la muerte) y junto a Eva ATEV que significaría "Adam Tradidit Evae Vitam" (Adán entregó la vida a Eva).




Partes medias y bajas de los muros laterales

En los muros laterales se dispone el Colegio Apostólico con sus miembros dispuestos frontalmente, de una manera muy próxima a la iconografía bizantina, entre columnas y estructuras arquitectónicas como torres y murallas almenadas que, sin duda, nos remiten a la Jerusalén Celeste.


Apóstoles



MUY IMPORTANTE:

La relación entre las pinturas de la Vera Cruz de Maderuelo y las sorianas de San Baudelio de Berlanga son notorias. Se cree que pudieran haber sido realizadas por un mismo taller en la tercera década del siglo XII. Más lejana, aunque también evidente, es el nexo de estos frescos con los de Santa María de Taüll en Lleida. Por tanto hay que afiliar estas pinturas segovianas a la corriente Italo-bizantina que penetra en España por Cataluña y Aragón. 

En cuanto al estilo, no hay que insistir en la belleza y monumentalidad de estos frescos, a pesar del modesto tamaño de su marco arquitectónico. Los colores intensos y contrastados, las líneas firmes y pronunciadas así como la solemnidad de las figuras, que dramatizan algunos de los motivos más transcendentes del Cristianismo, crean una intensa comunicación espiritual con el visitante.

Mucho se ha hablado del hieratismo de sus figuras, pero tal característica habría que aplicársela principalmente al colegio apostólico de los muros laterales y al Cristo en Majestad. Por el contrario, en los episodios narrados del Antiguo y Nuevo Testamento apreciamos la intención del pintor/es de dotar de dinamismo -bastante artificioso, eso sí- a los personajes.



También podemos encontrar información muy interesante con bibliografía de sobra en la página del Museo del Prado:



Inés Sofía Hidalgo Marín.




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