sábado, 8 de febrero de 2014

Botticelli ~ Nacimiento de Venus


Nos encontramos ante el Nacimiento de Venus pintado con temple sobre lienzo, perteneciente al siglo XV y de estilo renacentista.


El Renacimiento es un movimiento cultural y artístico que nació en Italia en el s.XV y se extendió por toda Europa durante el s.XVI. Este movimiento trata de recuperar las formas y valores de la Antigüedad Clásica (orden, belleza, proporción...). Esta recuperación se vio facilitada por dos cosas: El descubrimiento de la obra escrita por el arquitecto romano Vitrubio y el conocimiento de las ruinas griegas y romanas. Esta recuperación se realiza en torno a una serie de valores e ideas como son el amor a la naturaleza, al arte y a la cultura en general, lejos del oscurantismo medieval y el individualismo y la valoración de los artistas considerados cada vez menos artesanos y más como intelectuales.
Este Renacimiento se encuentra dividido en tres fases:
1- INICIACIÓN: Quattrocento (s.XV)

2- CONSOLIDACIÓN: Cinqueccento (s.XVI)
3- MANIERISMO: Finales (s.XVI) / Transición al Barroco.


En cuanto al análisis formal, diremos que la obra está pintada con temple sobre lienzo, los colores que Botticelli utiliza son principalmente colores cálidos puesto que la escena es alegre. Hay cierta perspectiva en cuanto a que Venus está situada en el centro del cuadro pero la ninfa está algo más delante situada y los vientos algo más atrás. Se trata de una composición equilibrada y en cuanto a la técnica se puede apreciar que los planos son más claros. La composición es totalmente frontal y aparece simetría en cuanto al lado izquierdo y al derecho se refiere. La luz que presenta el cuadro es una luz natural, no se aprecia mucho contraste salvo en el fondo derecho del cuadro, que se aprecian tonos más oscuros que dan lugar a ciertas sombras. El personaje central capta toda la atención, son personajes ligeros, esbeltos, sinuosos y sensuales.


En cuanto al análisis del contenido diremos que la obra fue encargada por los grandes mecenas del Quattrocento, los Médici, que usaban estos grandes cuadros para decorar las paredes de sus grandes villas por lo que el tema de la obra es íntegro mitológico, puesto que cuenta la historia de Venus, hija de Urano y nacida del mar. Botticelli muestra en su obra la llegada de Venus sobre una concha a una isla mediterránea que podría ser Chipre o alguna otra. Junto a ella, aparecen Céfiro, Dios del viento, Áurea, Diosa de la brisa y una ninfa, Diosa de la primavera que recibe a Venus para cubrirla el desnudo con su manto de flores.


Para comentar en profundidad esta obra diremos que se ve cierta influencia medieval en cuanto a la técnica usada puesto que el temple es de tradición medieval. En cuanto al tema, al ser un tema mitológico, se recupera la tradición clásica. Esta obra, se trata del primer desnudo pintado del Renacimiento puesto que hay que destacar que venimos del Gótico, una época en la que no se pintaban desnudos ni apenas aparecían otros temas que no fueran religiosos, por lo que esta obra, rompe con lo establecido anteriormente volviendo a la antiguedad clásica. El autor de la obra, Botticelli, se basó en varias pinturas, en una mujer real de su época la cual era muy admirada por todos por su gran belleza, hablamos de La Bella Simonetta, cuyo nombre era Simonetta Vespucci a la que Bitticelli siempre representaba con gran sensualidad y largos cabellos ondulantes y además, la vistió de finas gasas que dejaban traslucir la anatomía humana o directamente representaba su desnudo.


Como conclusión diremos que Botticelli, al crear unos personajes tan perfectos y equilibrados y al utilizar una riquísima gama cromática, crea una de las obras más bellas del Quattrocento italiano.









Esta imagen pertenece a una ampliación de la Venus pintada por el autor (Nacimiento de Venus). 































                                                                   Noelia Sancho de Santos.

miércoles, 5 de febrero de 2014


Unas pinceladas de Quattrocento:

LA HISTORIA DE 
NASTAGIO DEGLI ONESTI


(TABLAS DE BOTICELLI Y SU TALLER EN EL MUSEO DEL PRADO 
BASADAS EN EL DECAMERÓN DE BOCACCIO)



Puesto que dentro de un mes y pocos días previsiblemente visitaremos el Museo del Prado y tendremos la enorme suerte de maravillarnos con obras valiosísimas del Renacimiento, del Barroco, y hasta del mismísimo Goya, vamos abriendo boca con estas breves pinceladas sobre algunas de las obras que allí veremos: las tablas que Boticelli y su taller pintaron en pleno Quattrocento (siglo XV) en esta primera etapa del Renacimiento, y que por azar del destino, terminaron en nuestro querido Museo.
Aquí encontraréis los secretos que esconden estas tablas...

Inés Hidalgo Marín
Profe de Historia del Arte.



La historia de Nastagio degli Onesti es una narración de Giovanni Boccaccio, conocida principalmente por un ciclo de cuatro cuadros del pintor italiano renacentista Sandro Botticelli. Las pinturas fueron ejecutadas en 1483, al temple sobre tabla.

Se creía que cada pintura de esta serie pictórica había sido parte de un cassone. Los cassoni matrimoniales eran arcones o baúles de lujo elaborados como regalo nupcial, que se decoraban en sus lados mayores con pinturas alegóricas, generalmente con un contenido moralizante que se consideraba apropiado para la joven pareja. La hipótesis actualmente más extendida apunta a que estas tablas son demasiado grandes para un arcón, y que en realidad eran spallieras: paneles decorativos que se encastraban en paredes forradas de madera (similares a las boiseriesfrancesas). El único dato seguro es que fueron un encargo de Lorenzo el Magnífico (otras fuentes indican a Antonio Pucci, padre del novio) como regalo para Giannozzo Pucci con ocasión de su matrimonio con Lucrezia Bini, matrimonio celebrado en 1483. En el tercer y cuarto panel aparecen los escudos de armas de las dos familias.


LA HISTORIA QUE NARRAN LAS TABLAS

Botticelli representó la historia, tomada de la octava novella de la Quinta Jornada del Decamerón de Boccaccio: «El infierno de los amantes crueles». Se trata de la historia de un joven de RávenaNastagio degli Onesti, rechazado por su amada. Ve en el bosque a una mujer perseguida por un jinete, quien la ataca y mata; inmediatamente, ella se levanta y vuelve a repetirse el castigo sin fin, debido a que se trata de fantasmas, una maldición, debido a que la joven perseguida no atendió a los requerimientos de su pretendiente y éste se suicidó. Nastagio cree que tal aparición puede serle útil: hace que su desdeñosa amada la vea, con lo que consigue finalmente vencer su resistencia y llegar a un matrimonio feliz.

Primera tabla.


Segunda tabla.


Tercera tabla.


Cuarta tabla (no presente en el Museo del Prado)

Las cuatro pinturas pertenecieron durante casi tres siglos a la familia Pucci, descendiente de la pareja que las recibió directamente de Botticelli. En el siglo XIX salieron a la venta y a principios del siglo siguiente pasaron por la colección alemana Spiridon. La colección privada del Palacio Pucci en Florencia recuperó la cuarta en 1960, mientras que las tres primeras pasaron al Museo del Prado de Madrid en 1941 mediante la donación de Francesc Cambó.

La autoría real de las pinturas ha sido muy debatida ya desde el siglo XIX. Parecía evidente, por desigualdades en el dibujo y en los tonos, que todas no habían sido realizadas por el mismo artista. Actualmente se cree que Botticelli realizó los cuatro diseños, y que fueron pintados por diversos ayudantes de su taller, como Bartolommeo da GiovanniJacopo dal Sellaio y Filippino Lippi. De todas formas, la calidad de algunas figuras apunta a que las pintó Botticelli, quien seguramente supervisó la realización del conjunto.

En los dos primeros paneles se narra la aparición fantasmal, en el tercero se describe el banquete que organiza Nastagio para sorprender a su novia, y en el último se muestra el banquete de bodas, final feliz de la pareja.



FUENTE: WIKIPEDIA.

martes, 17 de diciembre de 2013

lunes, 2 de diciembre de 2013

Narros de Cuéllar

La Purísima Concepción en Narros de Cuéllar 


La ermita de San Marcos a 1km del pueblo. Destaca por su artesonado




Virginia Esteban García

De cara a la PAU: Frescos románicos de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia).

Aunque no es nuestro estilo, por esta vez y debido a la prisa que el ajustadísimo tiempo nos impone, copiamos de forma resumida parte de la especializada página "Arteguías", en concreto, la información específica sobre los frescos románicos que inicialmente se encontraban en la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo en nuestra provincia (Segovia), y que hoy se encuentran en el Museo del Prado y que podremos admirar allí cuando efectuemos la excursión al Museo. Sobre todo, no olvidemos que también pueden caer en la PAU aunque apenas encontremos información suficiente en la mayoría de los libros de Historia del Arte.

Nos fijaremos especialmente en el hieratismo -influencia bizantina- del Pantocrátor (característica común a otros como el de San Clemente deTahull) frente al naturalismo de otras escenas narrativas como el Pecado de Adán y Eva (más en común con las pinturas también narrativas de los meses del año de San Isidoro de León). En todo caso, los temas son religiosos y la función esencialmente didáctica como en la mayoría de las pinturas y esculturas románicas.


Como ya hemos citado, en la Vera Cruz se encontraba uno de los conjuntos pictóricos románicos más importantes de toda España. La mayor parte de las bóvedas y los muros de la cabecera estaban cubiertos.


Cabecera de la iglesia

Aunque los frescos originales ya no se encuentran aquí, recientemente se han llevado a cabo unas magníficas réplicas en los pies del templo, para conservar la impronta de las primitivas del ábside. A continuación, vamos a describirlas como si fueran las originales, paso a paso.

En el ábside se aprecia la impronta de las pinturas originales


Muro del ábside

En la parte superior semicircular se pintó una gran cruz en cuyo centro aparece un Agnus Dei (Cordero de Dios) rodeado por dos circunferencias concéntricas. A ambos lados, tenemos sendos ángeles realizando un escorzo para poder sujetar la citada figura del Cordero.
En los extremos aparecen las siluetas de dos personajes realizando una genuflexión y mirando al Agnus Dei. Se trataría de Abel y Melquisedec.
En el derrame interior del pequeño ventanal central está pintada una paloma, que simboliza al Espíritu Santo. Es clara la intención del pintor de asociar a la tercera persona de la Trinidad con la luz que entra por el vano.
En el friso inferior tenemos dos escenas cristológicas. A la derecha del espectador se encuentra la Virgen María, cuyo cuerpo y el Niño Jesús se han perdido completamente, aunque se ha conservado su amable rostro. María esta sentada frontalmente como Sedes Sapientiae y recibe a uno de los Magos que se arrodilla mientras entrega su ofrenda.
A la izquierda vemos a María Magdalena enjugando los pies de Cristo con su cabello.


María Magdalena enjugando los pies de Cristo con su cabello


Bóveda de medio cañón de la cabecera

La Ermita de la Vera Cruz no tiene ábside semicircular ni, por lo tanto, bóveda de cuarto de esfera, que es el lugar elegido habitual para ubicar al Maiestas Domini. Por esta causa, el pintor del siglo XII que se ocupó del programa pictórico ubicó la figura monumental de Cristo en Majestad en la bóveda de medio cañón del ábside. En nuestro caso, la silueta de Jesús bendicente ocupa casi completamente la superficie de la citada bóveda, estando inscrito -como es preceptivo- en una mandorla mística y rodeado por el correspondiente Tetramorfos.

Pintura románica mural que representa a Cristo en Majestad. Vera Cruz de Maderuelo, Segovia
Pantocrátor.

Muro de cierre de la cabecera

En este muro vertical aparecen las pinturas más emblemáticas y conocidas de la Vera Cruz: la creación de Adán y el pecado original. En la primera escena, tanto Dios como el propio Adán aparecen en una postura casi de genuflexión, posiblemente para amoldarse al poco espacio disponible. Ambos parecen flotar en el espacio, no sólo por la carencia habitual de perspectiva de la pintura románica, sino por la ausencia de referencias espaciales del suelo o de otros objetos cercanos.

Muro del ábside con el Agnus Dei


Uno de los aspectos más apreciables de esta pintura es la desnudez completa (salvo los genitales) en que se halla el primer hombre. El pintor, lejos de intentar una fisonomía naturalista, resuelve el cuerpo desnudo de Adán con líneas negras y rojas de contorno que parecen "despiezar" su cuerpo en partes convencionales: pies, piernas, glúteos, brazos, antebrazos, abdomen, etc.


Pinturas de la iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo: Pecado Original
                                   Adán y Eva

Inmediatamente a la derecha se nos muestra el pecado original. Adán y Eva se encuentran flanqueando el árbol prohibido en el que se enreda la serpiente que lo ofrece su fruto a Eva. Adán, según el convencionalismo iconográfico medieval, se agarra su garganta con la mano derecha para denotar la maldad del bocado que acaba de ingerir. Ambos aparecen tapando sus sexos con grandes hojas de parra, puesto que, como dice el Génesis, al cometer el pecado caen en la cuenta de su desnudez y sienten vergüenza por ella.
Como es apreciable, el carácter sintético del románico permite narrar en una sola imagen episodios que se desarrollan en momentos sucesivos sin que ello afecte a la expresividad y carácter narrativo y didáctico que se pretende.
Por último, añadiremos que junto a las dos figuras de Adán se halla el texto "ATM" que algunos interpretan con el acróstico "Adam Traxit Morte" (Adán arrastró a la muerte) y junto a Eva ATEV que significaría "Adam Tradidit Evae Vitam" (Adán entregó la vida a Eva).




Partes medias y bajas de los muros laterales

En los muros laterales se dispone el Colegio Apostólico con sus miembros dispuestos frontalmente, de una manera muy próxima a la iconografía bizantina, entre columnas y estructuras arquitectónicas como torres y murallas almenadas que, sin duda, nos remiten a la Jerusalén Celeste.


Apóstoles



MUY IMPORTANTE:

La relación entre las pinturas de la Vera Cruz de Maderuelo y las sorianas de San Baudelio de Berlanga son notorias. Se cree que pudieran haber sido realizadas por un mismo taller en la tercera década del siglo XII. Más lejana, aunque también evidente, es el nexo de estos frescos con los de Santa María de Taüll en Lleida. Por tanto hay que afiliar estas pinturas segovianas a la corriente Italo-bizantina que penetra en España por Cataluña y Aragón. 

En cuanto al estilo, no hay que insistir en la belleza y monumentalidad de estos frescos, a pesar del modesto tamaño de su marco arquitectónico. Los colores intensos y contrastados, las líneas firmes y pronunciadas así como la solemnidad de las figuras, que dramatizan algunos de los motivos más transcendentes del Cristianismo, crean una intensa comunicación espiritual con el visitante.

Mucho se ha hablado del hieratismo de sus figuras, pero tal característica habría que aplicársela principalmente al colegio apostólico de los muros laterales y al Cristo en Majestad. Por el contrario, en los episodios narrados del Antiguo y Nuevo Testamento apreciamos la intención del pintor/es de dotar de dinamismo -bastante artificioso, eso sí- a los personajes.



También podemos encontrar información muy interesante con bibliografía de sobra en la página del Museo del Prado:



Inés Sofía Hidalgo Marín.




domingo, 1 de diciembre de 2013

IGLESIA DE SAN ANDRÉS



La iglesia de San Andrés, Cuéllar, fue construida a comienzos del siglo XIII y levantada en mampostería de piedra y ladrillo.

Sandra Pedriza Barbado

Iglesia de San Miguel (Cuéllar)




Situada en el centro de la villa, de estilo Románico y construida en el s.XI. Presenta gran variedad de estilos debido a que ha sufrido reformas posteriores.

                                                                                        Noelia Sancho de Santos.